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Enero 06 - Epifanía del Señor

Volumen 04 - Enero 6, 1901 - Jesús se comunica a los tres magos con el Amor, con la belleza y con la Potencia.

Encontrándome fuera de mí misma, me parecía ver cuando los santos magos llegaron a la cueva de Belén; apenas llegados a la presencia del niño, Él se complació en hacer relucir externamente los rayos de su Divinidad, comunicándose a los magos en tres modos: con el amor, con la belleza y con la Potencia, de modo que quedaron raptados y postrados ante la presencia del niñito Jesús, tanto que si el Señor no hubiera retirado a su interior los rayos de su Divinidad, habrían permanecido ahí para siempre sin poderse mover más. Entonces, en cuanto el niño retiró la Divinidad, volvieron en sí mismos los santos magos, se sacudieron estupefactos al ver un exceso de amor tan grande, porque en esa luz el Señor les había hecho comprender el misterio de la encarnación, luego se levantaron y ofrecieron los dones a la Reina Madre, y Ella habló largamente con ellos, pero no sé decir todo lo que dijo, sólo recuerdo que les inculcó fuertemente no sólo su salvación, sino que tomaran a pecho la salvación de sus pueblos, no teniendo temor ni siquiera de exponer sus vidas para obtener el intento. Después de esto me he retirado en mí misma y me he encontrado junto con Jesús, y Él quería que yo le dijera alguna cosa, pero yo me veía tan mala y confundida que no me atrevía a decirle nada, entonces, viendo que no decía nada, Él mismo prosiguió hablando sobre los santos magos diciéndome: “Con haberme comunicado en tres modos a los magos, les obtuve tres efectos, porque jamás me comunico a las almas inútilmente, sino que siempre reciben algún provecho, entonces, comunicándome con el amor obtuvieron el desapego de ellos mismos, con la belleza obtuvieron el desprecio de las cosas terrenas, y con la Potencia quedaron sus corazones atados a Mí, y obtuvieron el valor de arriesgar la sangre y la vida por Mí.” Después ha agregado: “Y tú, ¿qué quieres? Dime, ¿me quieres mucho? ¿Cómo me quisieras amar?” Y yo, no sabiendo qué decir, aumentando mi confusión he dicho: “Señor, no quisiera otra cosa que a Ti, y si me preguntas que si te quiero, no tengo palabras para saberlo manifestar, sólo sé decir que siento esta pasión de que nadie me pueda ganar en amarte, y que yo sea la primera en amarte sobre todos, y que ninguno me pueda sobrepasar, pero esto no me contenta aún, para estar contenta quisiera amarte con tu mismo Amor, y así poderte amar como te amas Tú mismo. ¡Ah sí! Sólo entonces cesarían mis temores sobre el amarte.” Y Jesús, contento, se puede decir de mis desatinos, me ha estrechado tanto a Él, de modo que me veía dentro y fuera transfundida en Él, y me ha comunicado parte de su Amor. Después de esto he regresado en mí misma, y me parecía que por cuanto amor me es dado, tanto poseo a mi Bien, y si poco lo amo, poco lo poseo.